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El Jardin Perfumado Pdf



"Las anécdotas morales oh rey afortunado! son las que mejor conozco. Voy a contarte una o dos o tres entresacadas del Jardín perfumado". Y el rey Schahriar dijo: "Pues date prisa a empezar, porque siento que esta noche me invade el alma un gran fastidio! Y no estoy seguro de conservarte hasta mañana la cabeza sobre los hombros!"




El Jardin Perfumado Pdf



Este artículo examina al aporte de los árabes al proceso de construcción de la cultura de apreciación de la fruta y los frutales. Se avanzó en esa dirección no sólo mediante la incorporación y propagación de las plantas, particularmente desde Al Andalus, sino también con su puesta en valor en la cultura universal, a través de Las mil y una noches. Si los botánicos y agrónomos andalusíes aportaron avances científicos sobre las plantas frutales y la forma de cultivarlas y aprovecharlas, los relatos literarios de la cultura islámica complementaron la acción de aquellos, al situar las frutas y los frutales en el centro del imaginario social, en los lugares de mayor prestigio (jardines, palacios, salones) y asociarlos a la sensualidad, la belleza y el placer.


Este artículo examina al aporte de los árabes al proceso de construcción de la cultura de apreciación de la fruta y los frutales. Se avanzó en esa dirección no sólo mediante la incorporación y propagación de las plantas, particularmente desde Al Andalus, sino también con su puesta en valor en la cultura universal, a través de Las mil y una noches. Si los botánicos y agrónomos andalusíes aportaron avances científicos sobre las plantas frutales y la forma de cultivarlas y aprovecharlas, los relatos literarios de la cultura islámica complementaron la acción de aquellos, al situar las frutas y los frutales en el centro del imaginario social, en los lugares de mayor prestigio (jardines, palacios, salones) y asociarlos a la sensualidad, la belleza y el placer.


En la Edad Media, la fruta ocupaba un papel muy secundario en las prácticas alimentarias de Europa. Las élites consumían carnes y pescados, mientras que el pueblo se alimentaba principalmente con cereales y legumbres. La presencia de las frutas quedaba reducida a algunas manzanas y peras, ocasionalmente.7 7 MENNELL, Stephen. Francais et Anglais a table du moyen age a nos jours. Paris: Flammarion, 1987, p.73-74. Los huertos de castillos y monasterios cultivaban algunas plantas frutales, pero preferentemente orientadas a productos de valor simbólico como licores y tinturas.8 8 CADENA, Francisco Páes de la. Historia de los estilos en jardinería. Madrid: Akarl, 1982, p.113. Las aceitunas y el aceite de oliva, relativamente extendidos en la antigüedad debido a la Pax Romana, decayeron en el Medioevo por la crisis institucional y comercial. En este contexto se produjo la expansión musulmana a Europa a través de al-Andalus, con la cual ingresó la cultura de la apreciación de la fruta.


Los pueblos de medio oriente en general y los árabes en particular, tuvieron un liderazgo notable en la historia de la fruticultura, tal como se refleja en los nombres científicos y vulgares de estas plantas.12 12 El albaricoque, Prunus armeniaca, se llama también damasco por su presencia en la ciudad homónima de Siria. El cidro, llamado también "limón turco", es Citrus medica; el duraznero es Prunus persica. Otras frutas tienen nombres en español derivados del árabe: naranjo (narany), lima y limón (laymun, lim), aceituna (zaytun), sandía (sindiyyah) y avellano (yillawz); BRAVO, Julia María Carabaza; SÁNCHEZ, Expiración García; BERMEJO, Esteban Hernández y RAMÍREZ, Alfonso Jiménez. Árboles y arbustos en Al-Andaluz. El imperio romano significó un fuerte avance en el proceso de propagación y difusión de los frutales. Pero después de su caída se produjo un retroceso importante. El consumo de frutas en Europa quedó restringido a grupos privilegiados en castillos y monasterios. Sin embargo, mientras la Europa medieval perdía la cultura de la fruta, ésta se fortalecía en el mundo árabe, particularmente en los jardines y huertos de Bagdad y Basora, de Damasco y El Cairo. En medio oriente y el norte de África, los árabes mantuvieron intacta la tradición de cultivar, valorar y compartir las plantas frutales. A diferencia de sus vecinos europeos, los árabes mantuvieron y enriquecieron el patrimonio cultural frutícola heredado de la antigüedad, patrimonio que extendieron con sus conquistas. Ello se hizo evidente, por ejemplo, en los tratados de botánicos y agrónomos andalusíes. Los musulmanes impulsaron el cultivo de diversas plantas frutales tanto en Sicilia como en la península ibérica. Ellos reintrodujeron frutales que se habían cultivado allí durante el imperio romano y, además, aportaron plantas nuevas, principalmente los cítricos (naranjo amargo, limonero, limo, cidro) presentes en el espacio hispano-árabe desde los siglos XII y XIII.13 13 CASTAÑER, Manuel Amorós. Producción de agrios, p.23. Los musulmanes incorporaron la fruta no sólo a la mesa de las elites, sino también a las capas populares. Sus avanzados conocimientos sobre fruticultura permitieron el incremento de producción y el abastecimiento de los zocos, donde el pueblo acudía a comprar sus frutas en cantidades que hubieran asombrado a cualquier europeo del medioevo.14 14 SÁNCHEZ, Expiración García. La gastronomía andalusí. En: VVAA. El zoco: vida económica y artes tradicionales en Al Andaluz y Marruecos. Barcelona: Lunwerg Editores, 1995, p.49-57.


En uno de los relatos se incluyen varias confituras: "transparente y rutilante confitura seca de damasco tendida en anchas hojas; dulce seco de cidras con azúcar cande perfumado con ámbar; dulce de dátiles rellenos de clavo y almendra" (32:149). En otro cuento se mencionan "pastas de almendras aromadas con benjuí de las islas cálidas (107:272). También hay otra referencia interesante: "Mahallabia perfumada con esencia de naranjas y salpicada de pistachos triturados y canela" (116:283). Más adelante se refieren a "uvas maceradas y aromatizadas directamente con almíbar de rosas; uvas frescas" (116:283). En otro relato se mencionan "deliciosos pasteles y dulces que se hacen en Alepo, rellenos de piñones y almendras azucaradas" (19:80).


Las frutas cumplen también una función identitaria en Las mil y una noches, en el sentido de portar dentro de sí una historia, una relación con su origen geográfico y/o cultural. Las frutas aportan a la identidad de ciudades, pueblos y hasta de familias. Se trata, por lo tanto, de identidades de dimensiones elásticas. Las unidades mayores tienen como características conjuntos más amplios: una ciudad puede estar asociada con la abundancia de frutas en general. Las unidades menores, en cambio, se identifican con productos más específicos, como una receta culinaria. Un ejemplo del lazo entre la fruta y la identidad de una ciudad puede ser el de Damasco. La capital de Siria es identificada, en el texto, por tres atributos destacados: agua, frutales y jardines (54:221) insistiéndose en esta idea (346:546).


El liderazgo musulmán en el desarrollo de los jardines dentro de Europa se produjo en plena Edad Media. La mezquita de Córdoba data de 786 y junto a ella se levantó el patio de los naranjos; los jardines del Generalife fueron construidos durante el reinado de Ismail (1314-1325); los de la Alhambra se levantaron durante Yusuf I (1333-1354). Naturalmente, hubo muchos cambios en estos jardines; incluso en un comienzo, al parecer en vez de naranjos había otros frutales en la mezquita cordobesa.41 41 CADENA, Francisco Páes de la. Historia de los estilos en jardinería. Pero lo importante es destacar el liderazgo musulmán en la introducción y expansión de los jardines dentro de Europa. Esos jardines hispanoárabes fueron un motor para desencadenar el proceso por el cual el huerto medieval fue, progresivamente, transformándose en jardín. Los jardines que los musulmanes levantaron junto a los palacios, se transformarían después en paradigmas para el resto de Europa. Los jardines del Generalife, el patio de Lindaraja en los palacios Nazaríes y los rincones de granados y naranjos en la Alhambra son buenos ejemplos. Su articulación con la arquitectura y el arte general, alcanzaron un prestigio sin precedentes que no tardó en marcar modas y tendencias. En 1510 el rey Manuel I de Portugal contrató un jardinero español en Valencia para construir jardines en los palacios.42 42 SILVA, José Custódio Vieira da. Espaços e lugares, p.86. En 1457 los Médici impulsaron la construcción de la Villa Careggi, embellecida con "naranjos y limoneros cultivados en cubetas y alineados en las calles del jardín".43 43 CADENA, Francisco Páes de la. Historia de los estilos en jardinería, p.132. Al comenzar el siglo XVII, junto al palacio Pitti se levantó la limonaia. Este proceso culminaría unas décadas más tarde con los jardines de Vaux Le Vicompte y luego, en la Orangerie del palacio de Versalles.


El liderazgo de los árabes en el desarrollo de los jardines guarda relación con un conjunto de causas sociales, económicas, políticas y culturales. El temprano dominio de las técnicas hidráulicas generó las bases tecnológicas para poder construir los jardines. Los conocimientos de botánica, geometría y astronomía también contribuyeron a este proceso. Paralelamente, las limitaciones ideológicas del arte islámico, que prohibían representar figuras humanas y animales, orientaron las energías de la creatividad artística hacia las representaciones abstractas y a la búsqueda de la belleza en los jardines.44 44 BARIDON, Michel. Los jardines: paisajistas, jardineros, poetas. Islam, Edad Media, Renacimiento, Barroco. Paris: 1998. Edición española: Madrid: Abada, 2005. Traducción de Juan Calatrava, p.16-26. La llegada de los árabes a la península ibérica significó la propagación de estos conocimientos, y promovió el desarrollo de un importante avance de la agronomía, sobre todo en Andalucía.45 45 BOLENS, Lucie. Agrónomos andaluces de la Edad Moderna. Granada: Universidad, 1994 1981. Asimismo, el antiguo esplendor de los jardines árabes, que se extendió por tres continentes, apenas se puede conocer en la actualidad a través de los vestigios materiales y de los cuentos de Las mil y una noches.46 46 BARIDON, Michel. Los jardines, p.38. De allí la relevancia de abordar este tema a partir del libro que estamos analizando. 2ff7e9595c


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